19.11.13

Dulce de membrillo

Esta receta va con confesión incluída: hasta el día de hoy nunca había probado el membrillo, de hecho me daba un poco de repelús. ¡Qué atrevida es la ignorancia! Pero mi concepto del membrillo ha cambiado radicalmente porque en un viaje reciente a Navarra probé una receta que incluía dulce de membrillo artesanal y queso Idiazábal, y me dí cuenta de lo equivocada que había estado ¡hasta ahora! Además se dio la feliz coincidencia de que mi otra cuñada tiene un maravilloso membrillo en su jardín, que produce unos frutos dorados y fragantes, y me regalo unos cuantos, advirtiéndome de que era facilísimo de cocinar, y como me encanta cualquier cosa que venga "De mi jardín", pues me he puesto manos a la obra. Tengo que reconocer que metí la pata en uno de los pasos de receta básica, pero creo que la metedura de pata ha mejorado notablemente el resultado, y a partir de ahora, siempre lo voy a hacer así.


Dulce de Membrillo

1 kg de membrillos, después de pelar y trocear (yo utilicé 4 piezas)
750 gramos de azúcar
1 chorrito de zumo de limón
Agua para la cocción

Lava y seca muy bien los membrillos. Pélalos con un cuchillo bien afilado. Después trocéalos (son durísimos) y retira las partes granulosas junto al corazón. En una cacerola grande pon los trozos de fruta y añade el chorrito de limón para que no se oscurezcan; cúbrelo todo con el azúcar. Deja reposar durante toda una noche o al menos 12 horas para que la fruta suelte sus jugos. Cubre la fruta en la cacerola con agua y deja cocer a fuego lento, removiendo de vez en cuando con una cuchara de palo. Durante este proceso, ten cuidado con las salpicaduras, porque quema muchísimo. Remueve cada vez más a menudo para evitar que se pegue al fondo de la cacerola. Poco a poco la fruta se irá ablandando, e irá adquiriendo una bonita tonalidad anaranjada. Cuando ya tengamos una pasta homogénea y nuestra cuchara de palo se sostenga de pie solita en el centro de la cacerola, es el momento de pasarla al vaso de la batidora y triturar hasta conseguir una consistencia de puré fino. Después de dejar enfriar, vierte el puré en los moldes o tuppers, a ser posible con tapa, y refrigera.

Para desmoldar el dulce sin que se rompa, pon el molde o tupper boca abajo, con la tapa puesta, bajo un chorro de agua caliente, seca el molde, quita la tapa y pásale un cuchillo por el borde y mete la punta del cuchillo con cuidado entre el dulce y la pared del molde para conseguir que se despegue y se vuelque fácilmente en el plato. Se conserva estupendamente durante meses en la nevera, envuelto en papel film.



A mi me encanta acompañando a un queso bien fuerte, aunque cuando lo hice tenía en mente una receta que compartiré con vosotros en breve. ¿Y a tí cómo te gusta comerlo?

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