29.12.14

Solomillo Wellington

Pocos platos son más festivos y deliciosos que el solomillo Wellington. De origen inglés, se trata de uno de los grandes clásicos de la cocina, que se ha extendido y ha sido adoptado en muchos países, y del que existen múltiples variantes, aunque esta es la más clásica. Esta receta es para 6 raciones generosas.


Solomillo Wellington

1,5 kilos de solomillo de ternera

350 gramos de champiñones

Mantequilla

2 chalotas, picadas

150 gramos de paté ibérico

25 gramos de pan rallado

1 cucharadita de tomillo

1 cucharada de perejil

1 chorrito de zumo de limón

1 plancha de masa filo rectangular

1 plancha de masa de hojaldre rectangular

1 huevo para pintar
Limpia el solomillo de restos de grasa, brida la carne y dórala por todos los lados en una sartén con aceite de oliva muy caliente. Reserva. Pocha las chalotas picadas con la mantequilla. Pica los champiñones en robot y añádelas a las chalotas, pochando durante 5 minutos más. Salpimienta y añade a la mezcla el pan rallado, el perejil, el tomillo y el limón. Deja enfriar. Una vez frío, mezcla con el paté, quita la brida a la carne y cúbrela con la pasta. Enrolla el solomillo con papel film y haz un paquete; guarda en la nevera hasta que esté frío y adquiera consistencia. Extiende la masa filo, quítale el papel film a la carne, y coloca ésta en el centro de la plancha. Haz un paquete y ciérralo bien por los lados. Ahora extienda la masa de hojaldre y repite la operación. Si quieres decorarlo, este es el momento de pegar las tiras, círculos, etc. a la superficie con un dedo mojado en agua. Pinta con el huevo batido y hornea a 200 grados durante 25 minutos colocando la carne sobre papel de horno. Pasado ese tiempo, deja reposar 10 minutos antes de servir.


La receta es muy fácil de hacer, pero tiene sus truquillos. El primero y principal es, por supuesto, la calidad de la carne y que sea un corte regular y limpio de grasa. El segundo es que para evitar que el hojaldre se empape y finalmente se rompa a causa de los jugos que libera la carne, ésta se ha de envolver en una hoja de masa filo antes de envolver en la masa de hojaldre, y así evitaremos el desastre. Y el tercer truco es respetar a rajatabla el tiempo de horneado para que la carne no se haga de más.


El exterior es ligero y crujiente, y el interior jugoso y repleto de distintos sabores. El resultado es un plato principal elegante y algo decadente, que no necesita de más acompañamiento que una buena ensalada.

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26.12.14

Red velvet con chocolate y frutos rojos

Esta es una de esas tartas que tienen el efecto de dejar boquiabierto al personal porque estéticamente es una belleza. También es de esas que parece más difícil de hacer de lo que realmente es; en realidad, no entraña ninguna dificultad. Al final se trata de un jugoso bizcocho de chocolate relleno de una sedosa ganaché de chocolate, pero que a diferencia de otras recetas de tartas de chocolate, tiene dos ingredientes importantes para conseguir que sea, por una parte tan impresionante y dramática (colorante alimentario rojo) y por otra, que tenga una textura que se derrite en la boca (el suero de leche). Esta receta es para una tarta de 3 pisos de 15 centímetros o de 2 pisos de 24 centímetros de diámetro.


Red velvet con chocolate y frutos rojos

Para la ganaché de chocolate:
800 gramos de chocolate oscuro de repostería, troceado; 750 mililitros de nata espesa; un pellizco de sal.

Para el bizcocho de chocolate:
120 ml de aceite de girasol, 320 g de azúcar blanco, 2 huevos, 4 cucharaditas de cacao en polvo, colorante rojo en pasta, 1 cucharada de extracto de vainilla, 250 mililitros de suero de leche (la cantidad de leche entera y un chorro de zumo de limón, reposar 10 minutos), 300 g de harina, 1 cucharadita de bicarbonato sódico, 2 cucharaditas de vinagre blanco.

Para la decoración:
Frambuesas, fresas, arándanos, hojas de menta.

Preparación de la ganaché: para la ganaché de chocolate:
 prepárala al menos 4 o 5 horas antes de montar la tarta. Pon el chocolate troceado en un bol grande y reserva. En una cacerola a fuego medio-alto, calienta la nata con la sal hasta que la mezcla empiece a burbujear por los bordes de la cacerola. Inmediatamente vierte la nata caliente sobre el chocolate troceado y remueve con cuidado ambos ingredientes. Deja enfriar a temperatura ambiente; si la haces el día anterior se espesará y adquirirá la consistencia perfecta si la dejas reposar durante una noche.

Preparación del bizcocho: precalienta el horno a 180 grados. Engrasa los 2 o 3 moldes. Haz el suero de leche y reserva, Mezcla la harina con el cacao y reserva. Bate el aceite, el azúcar y los huevos hasta que estén perfectamente integrados. Agrega la harina con el cacao, alternándola con el suero de leche. En un vasito mezcla el bicarbonato con el vinagre y cuando burbujee agrégalo a la masa. Añade el colorante rojo y la vainilla y mezcla bien. Reparte la masa en los moldes y hornea durante 25-30 minutos o hasta que los bordes del bizcocho se hayan separado levemente de las paredes del molde y al introducir un palillo, éste salga limpio y seco. Deja reposar los bizcochos en sus moldes y desmóldalos cuando se hayan templado. Deja enfriar del todo sobre una rejilla y corta rectos los bizcochos si les hubiese salido alguna "joroba" al hornear.

Montaje: una vez fríos los bizcochos, rellena generosamente con la ganaché de chocolate entre capas de bizcocho y cubre la superficie. Decora con las frutas del bosque. Guarda en la nevera y saca a temperatura ambiente media hora antes de servir.

Si disponéis de tiempo, os aconsejo que una vez hayáis horneado y enfriado los bizcochos, los dejéis envueltos en papel film en la nevera unas cuantas horas o en el congelador durante una hora, y comprobaréis que este paso facilita mucho el poder extender posteriormente el relleno, ya que una tarta recién horneada tiene tendencia a romperse y desmigarse con mucha facilidad.




Decorada con frutos rojos y espolvoreada con un poco de azúcar glass, esta tarta es muy apropiada como postre o merienda navideña.

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22.12.14

Zamburiñas con salsa Ponzu

La zamburiña es un marisco que, aunque emparentada con la vieira, laostra y la almeja, a mí me parece que está quizá algo infravalorada, pero lo cierto es que es muy versátil en la cocina y en estas fechas suelen tener bastante protagonismo en la mesa. Lo normal es cocinarlas poco o nada (ceviches, carpaccios), para que su carne resulte tierna, pero sobre todo se hacen a la plancha, dorándolas ligeramente por fuera y procurando que el interior permanezca translúcido.



Zamburiñas con salsa Ponzu

12 zamburiñas grandes
2 cucharadas de aceite de oliva
6 cucharadas de salsa Ponzu
1 cucharadita de jengibre en polvo
2 cucharaditas de cebollino fresco, picado

Lava las zamburiñas, quítales y desecha el coral, y sécalas cuidadosamente con papel de cocina; reserva. Calienta el aceite en una sartén a fuego medio-alto, y soasa las vieiras hasta que se doren, unos 2 o 3 minutos por cada lado. Retira las zamburiñas de la sartén. Añade la salsa ponzu a la sartén, remueve para que no se pegue y reduce el líquido hasta que se espese, entre 1 y 2 minutos. Devuelve las zamburiñas a la sartén. Añade el jengibre y da un par de vueltas a las zamburiñas en la salsa. Añade un poco de cebollino justo antes de retirar la sartén del fuego. Dispón las zamburiñas en el plato de presentación y corónalas con unas gotas de la salsa. Espolvorea con el cebollino picado restante y sirve inmediatamente.

La salsa Ponzu tiene una base cítrica de limón o de lima, y se utiliza comúnmente en la cocina japonesa, en platos de pescado o marisco, ya que ayuda a potenciar su sabor. Esta salsa es fácil de encontrar en cualquier super asiático.


La clave de esta receta está en comprar las mayores y más frescas zamburiñas que podáis encontrar; en mí caso solo encontré estas pequeñas y el plato quedó un tanto deslucido… Como comprobaréis, el resultado es un plato con sabor a mar y un perfecto equilibrio entre toques ácidos, salados y dulces.

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19.12.14

Tronco de Navidad

El tronco de Navidad o bûche de Noël es el postre clásico por excelencia de estas fiestas en Europa, y es originario de Francia. Cuenta la tradición que en las casas se elegía un tronco grande, se decoraba en familia, y se dejaba que ardiera durante el día de Navidad. Alguien tuvo la idea de trasladarlo al mundo de la repostería que dio como resultado este postre espectacular. Para entender su elaboración, se trata de un brazo de gitano relleno de diferentes ingredientes, cubierto de chocolate, y finalmente decorado a nuestro gusto.



Tronco de Navidad

Para el relleno:
400 mililitros de nata para cocinar, 80 gramos de azúcar glass, 2 cucharadas de queso mascarpone, 1 cucharada de extracto de vainilla, mermelada de fresa.

Para el bizcocho de chocolate:
5 cucharadas de mantequilla, 75 gramos de harina, 40 gramos de cacao en polvo y algo más para espolvorear, un pellizco de bicarbonato de soda, 6 huevos grandes, 150 gramos de azúcar, 2 cucharaditas de extracto de vainilla.

Para la cobertura de ganaché:
250 g de chocolate de repostería, 250 ml de nata líquida.

Para las decoraciones:
Decoraciones ya compradas o hechas a mano de fondant o mazapán.

Preparación del relleno: monta la nata con el azúcar glass, el extracto de vainilla y el queso. Cubre y guarda en la nevera.

Preparación del bizcocho: mezcla la harina, el cacao y el bicarbonato en un bol y reserva. Derrite la mantequilla y reserva. En un bol mediano bate enérgicamente los huevos y el azúcar durante unos minutos y añade la vainilla, y bate un par de minutos más. En tres veces añade los ingredientes secos a la mezcla de huevo y con movimientos suaves y envolventes, mezcla ambas. Finalmente añade la mantequilla a la mezcla e incorpora. Engrasa una bandeja de horno rectangular, forra con papel de horno, engrasa el papel de horno y vierte y extiende la masa de forma igualada en la bandeja, quitando posibles burbujas. Hornea a 190 grados el bizcocho durante 15 minutos. No hornees de más o se partirá al enrollarlo. Deja enfriar sólo un poco en su bandeja sobre una rejilla, lo suficiente para trabajar sin quemarte, pero aún caliente para evitar que se parta al enrollar. Prepara una superficie de trabajo con un paño húmedo espolvoreado con una generosa cantidad de cacao en polvo. Vuelca la tarta sobre la superficie, y despega el papel con cuidado; espolvorea también este lado con cacao. Corta los lados del bizcocho si se han endurecido con el horneado. Empezando por uno de los lados largos, comienza a enrollar el bizcocho en el trapo ; el paño debe quedar enrollado dentro de la tarta. Deja enfriar del todo sobre una rejilla, por lo menos 30 minutos.

Preparación de la cobertura de ganaché: hierve la nata, trocea en un bol el chocolate, y vierte la nata caliente sobre los trozos, removiendo hasta que se forme una crema lisa y brillante. Deja enfriar y refrigera un rato para que adquiera consistencia.

Montaje: con cuidado desenrolla la tarta del paño. Abre la tarta del todo. Extiende primero la mermelada de fresa y encima de ella el relleno, dejando libres unos 5 cm. de los lados largos. Vuelve a enrollar la tarta con mucho cuidado, envuelve en papel film, y refrigera durante una hora hasta que esté firme. Pon la tarta, con la “costura” hacia abajo en la fuente de presentación, poniendo papel de plata debajo para mantenerlo limpio mientras la decoras. Corta dos trozos pequeños de los extremos del tronco en sentido diagonal que usaremos para hacer las ramas, y reserva. Cubre el tronco con la ganaché. Pega las dos ramas en diagonal con una cucharada de ganaché. Cubre el resto de la tarta y con una espátula o tenedor, haz las líneas. Dispón las decoraciones. Refrigera la tarta tapada pero sin tocar, hasta que esté todo firme y la vayas a servir.

Este tronco lo hice hace 2 años y como iba a haber muchos niños, quise rellenar el tronco de vainilla y fresa para hacer algo así como un “Tigretón” gigante, que sabía que les iba a encantar. En cuanto a las decoraciones, algunas las compré ya hechas como las rocas de chocolate, las piedras de caramelo y los champiñones pequeños de merengue, y otras las hice yo misma, como las setas de sombrerillo rojo, las setas medianas, las piñas de mazapán y almendras, el azúcar teñido de verde a modo de hierba, y las bellotas de fondant. Los animalitos del bosque (conejos, erizos, ardillas) los compré en los puestos navideños de la Plaza Mayor de Madrid.




Aunque es entretenido de hacer, es mucho más sencillo de lo que parece y como véis el resultado no puede ser mas espectacular. No os asustéis por lo largo de la explicación; realmente sólo hay que seguir unos sencillos pasos, y planificarse con un poco de tiempo… et voilá.

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18.12.14

Decálogo para celebrar en casa sin agobios

¿Este año invitas en tu casa? Olvídate del estrés de última hora, siguiendo estos sencillos pasos para planificar cada detalle y no dejar nada para última hora. Disfruta de tu propia cena o fiesta; aunque no lo creas, ¡es posible!

Paso 1. Diez días antes de la fecha elegida, en lugar de tenerlo todo en la cabeza, escribe tu planning diario, desde hoy hasta el mismo día de la celebración del evento. Haz la lista de invitados y piensa en alergias, filias y fobias. Planifica el menú, los vinos y alcoholes, y piensa cómo quieres decorar la mesa. Recopila y entiende las recetas. Haz la lista de la compra. Si vas a encargar algo de postre o catering, hazlo ya para evitar sorpresas de última hora. Si tienes que usar un ingrediente difícil de conseguir, búscalo o encárgalo ya. Si vas a encargar alguna decoración para la mesa (flores, velas, centros navideños, etc.), hazlo ya; si lo vas a preparar tú, recopila fotos o dibuja tu propio diseño y piensa dónde y cuándo debes comprar o recolectar los elementos.


Paso 2. Una semana antes haz la compra general. Deja la compra de los ingredientes frescos para el día anterior.

Paso 3. Durante la semana ve preparando y adelantando el mayor número posible de ingredientes y comidas, y guárdalos en la nevera, bien cubiertos y si es necesario, rotulados.

Paso 4. Cuatro días antes compueba que el mantel y las servilletas están limpios y plánchalos; limpia la vajilla, las copas y los cubiertos.

Paso 5. Tres días antes, es una buena idea poner la mesa para comprobar que no falta nada en cuanto a vajilla, cubertería, cristalería, o accesorios, incluidas fuentes, paneras, cubiertos de servir, platitos para el pan, jarras, cubiteras, tazas de café, etc. Si no puedes dejar la mesa puesta durante tres días porque la utilizas a diario, hay niños peligrosos, etc., haz un dibujo y comprueba que no te falta ningún elemento. No es una tontería poner un post-it en cada fuente con el plato que lo ocupará, te aseguro que te ahorrará mucho tiempo en el último minuto.


Paso 6. El día D, pon el lavaplatos por última vez y vacíalo para que esté preparado y listo para recoger una vez acabe la fiesta. Termina todos los platos que no pudieron dejarse hechos con antelación. Decora la mesa. Esa mañana no te olvides de comprar el pan.

Paso 7. Come ligero y échate la siesta un rato sí o sí. Lo vas a agradecer después.

Paso 8. Ten preparado el bar y todos sus accesorios para cuando toquen las copas. Que sólo te falte poner el hielo en la cubitera y cortar las limas o limones en el último momento. 



Paso 9. Ten preparado todo lo relativo al café y los postres en algún sitio que no moleste para sólo tener que sacar cuando llegue el momento.

Paso 10. Disfruta de tu fiesta sin preocuparte de más. Mañana será otro día.

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17.12.14

La mesa de Navidad perfecta

Como si pensar, organizar y preparar los menús navideños no fuera lo suficientemente estresante, decidir sobre qué, en qué, junto a qué o dentro de qué los servimos, puede resultar aún más agotador. No os voy a descubrir nada nuevo, pero detrás del sencillo acto de montar una mesa para invitados, hay mucho más que dónde va la pala de pescado o la copa de vino, y sobre todo, hay detalles que a veces se nos escapan y son los que marcan la auténtica diferencia. Invitar a nuestra casa nunca es tan especial como durante estas fiestas, momento en que queremos que cada celebración sea acogedora y cálida. En cada mesa hay detalles que nos recuerdan el espíritu de la temporada y que los anfitriones se han tomado muchas molestias para que nos sintamos a gusto. Estos son algunos trucos y ejemplos inspiradores para triunfar:

Este año, estilo rústico o entrégate al blanco: también la decoración de mesas tiene sus modas y este año el estilo rústico o el blanco dominan en la mesa, en el plato, y en las decoraciones… Si no te atreves con el rústico o no te pega nada en tu casa, apuesta por colores neutros y deja el toque de color para las decoraciones o aporta un destello de brillo con plata o dorado viejo; así no fallarás seguro.


Inspírate en la naturaleza: compra o busca ramas y bayas, helechos y piñas, frutas, verduras o frutos secos, que aporten un toque natural a tu mesa; son una estupenda alternativa al clásico centro floral. Si además pones unas velas neutras conseguirás esa atmósfera cálida e intimista. En cualquier caso, no pongas nunca nada alto, que impida que los invitados puedan verse las caras al hablar.


Manteles únicos: no tiene que ser necesariamente un mantel formal; quizá tienes una tela preciosa, un sari o una manta de cuadros escoceses lo suficientemente grande para hacer las veces de mantel.

Siempre servilletas de tela: tus invitados se merecen lo mejor y por tanto sería una pena deslucir una bonita mesa con un buen mantel poniendo unas servilletas de papel. Sí, las hay preciosas, pero una noche es una noche, y aunque luego toque lavarlas, no es lo mismo.


Mix & match: no te preocupes si no tienes una vajilla de Limoges o cubiertos de plata herencia de la abuelita. En este momento se lleva TODO y cuando más mezclado o desconjuntado mejor. Mezcla sin miedo copas y vasos, platos de aquí y de allá, nuevo y antiguo, siguiendo el dictado de tu propia personalidad. Si tienes alguna pieza especial, este es el momento de usarla, no habrá mejor ocasión. Tu mesa será única e irrepetible y no parecerá una mesa de restaurante o de hotel.

Da un toque fresco a las piezas tradicionales: ¿Que no tienes una fuente enorme de alpaca para sacar un asado a la mesa? No hay problema; una tabla de madera hará el mismo servicio y rebajará el nivel de etiqueta. ¿Que el mantel de tartán te parece muy formal con las servilletas a juego? Pues le pones otras distintas, lisas o estampadas, e incluso de rayas, toile de jouy o de otros cuadros distintos, para modernizar el conjunto.


Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio: si no tienes claro el orden y el lugar de cada pieza, mira en Internet. Hay cientos de webs que te explicarán cómo, dónde y de qué forma colocar todo en la mesa.

Un poco de salero, por favor: no te olvides de poner salero y pimentero en la mesa, porque no todos tenemos el mismo gusto, y no hay cosa que desluzca más una mesa que tener que sacar de repente el salero de la cocina, aunque estemos en confianza.

Personaliza: confecciona tus propios menús, haz tus propios servilleteros, o deja un detallito para cada invitado en su sitio. A todos nos gusta sentirnos especiales y a todos nos encanta cotillear qué han preparado nuestros anfitriones.


Orden y concierto: sirve las bebidas y los aperitivos en otro lugar antes de sentarse a la mesa, y así reducirás las posibilidades de tener la mesa hecha un asco desde el momento uno y para el resto de la cena.

Los últimos serán los primeros: ten preparado todo lo relativo a cafés y postres en algún sitio que no moleste, para sólo tener que sacarlo cuando llegue el momento, sin líos ni demoras.

Preparados, listos, ya: ten la mesa completamente lista para cuando lleguen tus invitados. No hay nada más estresante que ver a los anfitriones sin parar un momento, sacando cosas de los sitios más inverosímiles, y sin poderse sentar a disfrutar.

No caigas en la tentación de ponerte a recoger y fregar de forma compulsiva mientras tus invitados siguen sentados a la mesa; sí, lo sé, es un deseo irrefenable, pero hay que contenerse porque da la sensación de estar echando a la gente. Todo eso puede esperar.


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16.12.14

Timbales de salmón ahumado

Sencillísimos y rápidos de hacer, estos elegantes timbales de salmón ahumado rellenos de mousse de salmón, queso crema y alcaparras, son el perfecto entrante para una comida o cena festiva. Aunque no lo parezca, estos timbales son bastante contundentes, por lo que uno por persona es suficiente como primer plato o entrante, acompañado de pan tostado o algún tipo de galleta salada. Esta receta es para 4 timbales.


Timbales de salmón ahumado

200 gramos de salmón ahumado, en lonchas finas
60 mililitros de mayonesa
120 gramos de queso crema
1 cucharada de alcaparras, lavadas, escurridas y picadas
1 cucharada de cebolla roja, picada
2 cucharaditas de zumo de limón
1 cucharadita de tabasco
120 gramos de salmón ahumado, cortado en trocitos, toscamente
1 cucharada de cebollino picado
Para decorar: 1 cucharada de huevas de lumpo, brotes verdes y rodajas de limón

Prepara los moldes forrándolos con papel film, y cubriéndolos con las lonchas de salmón, de forma que sobresalgan por los lados, ya que será lo que nos permita cerrar por debajo los timbales; reserva. En la minipimer mezcla la mayonesa, el queso crema, las alcaparras, la cebolla, el zumo de limón, el tabasco y el salmón cortado durante unos segundos, hasta obtener una crema tipo mousse, sin llegar a licuar en exceso. Añade el cebollino picado y mezcla. Rellena los moldes con la mousse y cierra con los laterales de salmón. Cierra los paquetitos con el papel film y refrigera al menos durante 2 horas, dentro de los moldes. Extrae los paquetitos de los moldes, quita con cuidado el papel film y dispón los timbales en el plato de presentación. Decóralos con cebollino picado y huevas. Decora los platos con brotes verdes y rodajas de limón.

La máxima ventaja de esta receta es que puedes prepararla el día anterior y ahorrarte el estrés de última hora, sin necesidad de horno, cocción o manchar la cocina.


También puedes hacerlos en versión mini, usando por ejemplo un molde para mini cupcakes, y en cuestión de minutos tendrás resuelto un estiloso aperitivo.

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12.12.14

Naranjas confitadas con chocolate

Vamos a ir abriendo boca con estas delicias tan típicas de las fechas festivas. Perfectas como dulce navideño por sí solas, como fruslería para tomar con el café, como acompañamiento de helados o postres, o como decoración de tartas y bizcochos, y en estas fechas, para decorar el roscón. Si te sobra almíbar de naranja, puedes guardarlo para calar una tarta o pintar un bizcocho. Esta receta es para 12 rodajas de naranja.


Naranjas confitadas con chocolate

2 naranjas de mesa
Agua para la primera cocción
1 litro de agua
300 gramos de azúcar
200 gramos de chocolate al 70%
1 chorro de nata

Lava y seca bien las naranja. Dejando la piel, corta las naranjas en rodajas de 1 centímetro aproximadamente y reserva. En una cacerola grande pon agua suficiente para cubrir las rodajas y lleva a ebullición a fuego medio-alto. Una vez rompa a hervir introduce las rodajas y déjalas cocer una hora, sin tocar demasiado para que no se rompan. La prueba para saber que están listas es que la piel se haya ablandado. Entonces retira la cacerola del fuego y deja reposar unos 10 minutos antes de sacarlas y escurrirlas. Llena la cacerola con el litro de agua y el azúcar, y calienta a fuego medio-alto, comprobando que el azúcar se disuelve por completo. Una vez que el almíbar rompe a hervir, incorpora con cuidado las rodajas cocidas y deja así hasta que el almíbar se empiece a espesar. Cuando el almíbar alcance el punto de hebra (para esto se coge un poco de almíbar entre los dedos previamente mojados en agua fría y se comprueba que al separar los dedos se forman finos hilos de caramelo), retira la cacerola del fuego y saca las rodajas escurriéndolas y dejándolas secar sobre una bandeja forrada con papel de horno y se enfríen. Cuando están completamente secas, prepara el chocolate fundiéndolo con la nata en una cacerola. Entonces moja las rodajas en el chocolate hasta la mitad, deja que escurra el chocolate sobrante, y coloca sobre una bandeja forrada con papel de horno. Una vez que hayas bañado todas, déjalas secar durante unos minutos a temperatura ambiente y después introduce la bandeja en la nevera para que el chocolate termine de endurecerse.

Poco más se puede decir sobre la clásica combinación de naranja y chocolate, más que es una delicia que gusta a todos. Si en vez de naranjas quieres hacer bastoncillos, corta las rodajas de naranja, parte por la mitad y elimina completamente la pulpa de la naranja, antes de mojar en el chocolate.


Atrévete a probar con otros cítricos menos convencionales como limones, limas, pomelos, naranjas sanguinas, o kumquats.
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9.12.14

Crema de hongos con aceite de trufa

Elegante y muy especial, esta crema cargada de sabor es un entrante perfecto para una comida o cena de fiesta. Las setas combinan de maravilla con el delicado y característico aroma de la trufa, y su sabor no dejará a nadie indiferente. Esta receta es para 4 personas.


Crema de hongos con aceite de trufa

500 gramos de setas y hongos variados
1 cebolla, picada
1 litro de caldo de pollo
75 mililitros de nata
Sal y pimienta
Aceite de trufa

En una cacerola pocha la cebolla hasta que empiece a transparentar y entonces añade las setas y hongos, dejando unos cuantos para decorar. Saltea y salpimienta. Añade el caldo y deja que cueza diez minutos a fuego alto para que el caldo se evapore y se concentren los sabores. Traslada el contenido de la cacerola al vaso de la batidora, quitando la mayor parte del líquido para poder triturar la crema, sin que quede demasiado líquida. Poco a poco añade el caldo reservado en la cantidad que sea necesaria para que la crema tenga la densidad adecuada, que ha de ser como la de un puré ligero. Vuelve a pasar la crema a la cacerola y añade la nata, dejando que se integre todo y espese un poco, dejando que hierva unos cinco minutos. Decora con las setas reservadas y añade unas gotas de aceite de trufa. Sirve inmediatamente.

Para hacer esta crema puedes usar hongos y setas frescas, desecadas, o como yo, al natural. Las mías son de la marca Deluxe de Lidl, y tienen diversos frascos: setas variadas, shitake, boletus, etc. Mi aceite de trufa es de La Chinata y es exquisito, pero hay muchas otras marcas en el mercado que seguro que también son estupendas.


Extremadamente fácil y rápida de preparar, esta crema se puede dejar hecha con antelación, tan sólo a falta de decorar.
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5.12.14

Tarta Sacher de frambuesa

Nos plantamos en diciembre y casi sin darme cuenta, ha pasado ya un año y "My Little Kitchenette" ha cumplido su primer aniversario. Y como yo no concibo una celebración sin tarta, aquí va una receta deliciosa y espectacular, perfecta para estos días de fiesta que se acercan a pasos agigantados. Originaria de Austria, como casi todos los mejores dulces tradicionales, ya sabemos que la auténtica tarta Sacher es de chocolate y albaricoque, pero como yo tenía una cajita de frambuesas en la nevera, he cambiado una fruta por otra, que al igual que el albaricoque, le da un toque ácido que contrasta exquisitamente con el chocolate oscuro.


Tarta Sacher de frambuesa

6 huevos, con las claras y las yemas separadas
40 gramos de azúcar
1 pellizco de sal
200 gramos de chocolate negro al 70%
120 gramos de mantequilla
150 gramos de azúcar
120 gramos de harina de repostería
1 cucharadita de levadura en polvo
Licor para calar los bizcochos (yo usé coñac)
1 frasco de mermelada de frambuesa
125 gramos de chocolate negro al 70%
125 gramos de nata para montar, al 35% de materia grasa
25 gramos de mantequilla
Frambuesas frescas para decorar

Precalienta el horno a 180 grados y engrasa un molde redondo para tarta. Empieza preparando el merengue, montando las claras con el azúcar y la sal; pásalo a un bol grande y reserva. Funde el chocolate al baño maría, añade la mantequilla y el azúcar, y mezcla bien los ingredientes hasta que resulte una crema brillante y suave. En otro bol bate las yemas una a una, añade a éstas la harina y la levadura, envolviendo bien con la ayuda de una espátula. Vierte esta mezcla en el bol del merengue y con movimientos envolventes termina de mezclar la preparación. Vierte la masa en el molde y hornea durante unos 45 minutos. Saca el bizcocho del horno y deja enfriar sobre una rejilla. Cuando se haya enfriado y con ayuda de una lira o un cuchillo de sierra, corta el bizcocho en dos capas; a continuación cala la capa inferior con un poco de licor y después extiende una capa de mermelada de frambuesa. Cubre con la otra mitad del bizcocho, y repite la operación con el licor y la mermelada en la superficie y los laterales del bizcocho. Para hacer la cobertura hierve la nata, retirala del fuego y añade el chocolate troceado. Remueve con una cuchara de madera y cuando el chocolate esté fundido añade la mantequilla, removiendo hasta que todo esté bien mezclado. Pon el bizcocho sobre una rejilla y vierte sobre él el chocolate aún caliente, dejando que resbale por los laterales e intentando cubrir toda la superficie para que quede lisa y brillante. Deja enfriar a temperatura ambiente, decora con las frambuesas frescas, y refrigera hasta que la vayas a servir. Saca la tarta de la nevera media hora antes de comerla.

Muy sencillita de elaborar, el resultado es brutal, y partiendo de la receta del bizcocho, puedes improvisar infinidad de rellenos diferentes.


Si tomaras esta tarta en el hotel Sacher de Viena, te la servirían con crema chantilly y un mélange vienés, parecido a un café con leche espumada.

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2.12.14

Londres para "foodies"

Esto de la escapada pre-navideña se está convirtiendo en un hábito y en esta ocasión la ciudad elegida ha sido Londres. En buena compañía y sin ver una gota de lluvia en cuatro días, allá nos lanzamos a patearnos de la mañana a la noche las calles de una ciudad que aunque se haya visitado en anteriores ocasiones, nunca deja de sorprender. El otoño le sienta bien a la ciudad, que de día luce todos los posibles colores de la estación en parques y jardines, y de noche se ilumina para hacernos sentir el gusanillo de la ya próxima Navidad en todos los escaparates y decoraciones que engalanan la ciudad. Y como para mí no sería un viaje completo si no incluyese un periplo gastronómico, previamente habíamos preparado nuestro itinerario con esmero y cariño. Atrás quedaron los tiempos en que la escena gastronómica de Londres dejaba bastante que desear. Hoy en día la capital británica es reconocida como uno de los mejores destinos del mundo para "foodies", desde restaurantes galardonados con estrellas Michelín, hasta humildes puestos callejeros, pasando por una miríada de restaurantes de las más diversas especialidades y etnias. Además es una de las ciudades del mundo en la que hay un mayor número de mercados de comida internacional por metro cuadrado, o un sinfín de pequeñas tiendas de productos locales orgánicos en cada esquina. Obviamente en una ciudad tan viva como esta, cada día se abren nuevas direcciones interesantes y a distancia es difícil estar al día, pero por si tenéis planeado un viaje próximo, os propongo una mini-guía gourmet actualizada y testada de mis últimos descubrimientos o re-descubrimientos. Por supuesto la gracia de estas recomendaciones es que se trata de sitios económicos o cuando menos asequibles, porque todos sabemos comer bien gastándonos una pasta, pero lo difícil es hacerlo gastando poco, lo cual en esta ciudad es difícil pero no imposible.

Supermercado Whole Foods. Cadena de supermercados de alimentos naturales y orgánicos, de origen norteamericano, con tiendas también en el Reino Unido. Tienen absolutamente de todo, y además una sección de comida para llevar muy apetecible. Varias direcciones.

Harrod’s Food Hall. Sólo dar un paseo entre sus expositores y vitrinas ya es capaz de hacer la boca agua a cualquiera. No es barato, pero aunque no se compre nada, es un placer para los sentidos. 87-135 Brompton Road (Knightsbridge).

Delicatessen "take-away" Ottolenghi. Propiedad de un chef israelí, sus tiendas con comida para llevar tienen sus raíces en la cocina de Oriente Medio que consigue fusionar con la cocina mediterránea y asiática, dando lugar a una variedad de platos vibrantes, sanos y deliciosos. Los postres son tan ricos como estéticos. En la ciudad hay varias direcciones, entre ellas 63 Ledbury Road (Notting Hill). En una versión más económica L’Eto, en varias direcciones, entre ellas 149 King’s Road (Chelsea), tiene buenas y variadas ensaladas, sándwiches recién hechos, tartas y postres a precios más asequibles, eso sí, no tan exóticos.

Restaurante Nopi. Convenientemntemente ubicado en el Soho, Nopi es el restaurante del chef israelí Ottolenghi, (con el mismo espítiru y filosofía de sus delicatessens con comida para llevar), que para mí ha sido el descubrimiento del viaje, por distinto y especial. Tiene dos zonas: arriba, para comidas más formales; y abajo, con dos mesas comunales frente a la cocina abierta, donde yo comí y caí rendida ante sólo 2 platos que me transportaron directamente al cielo. Imprescindible reservar. 21-22 Warwick Street (Soho).

Café, panadería/pastelería y tienda gourmet Albion en el edificio del moderno hotel The Boundary, en Shoreditch, el barrio hipster por excelencia. Ya el nombre del local nos hace adivinar que los productos van a ser obviamente ingleses. Está abierto todo el día para desayunar, comer, picar o cenar. El ambiente y la decoración están cuidadísimos, como no podía ser de otra manera, siendo uno de los propietarios el diseñador Sir Terence Conran. 2-4 Boundary Street, (Shoreditch).

Carnicería Allens. En el elegante barrio de Mayfair, en una pintoresca calle de tiendecitas independientes y junto a un precioso jardín, esta carnicería de estilo victoriano que lleva abierta 120 años, es toda una institución en la ciudad. Aunque posiblemente no compres nada, es una delicia de tienda, que además tiene la curiosidad de que imparte clases de carnicería. 117 Mount Street (Mayfair)

Quesería Androuet. El paraíso de los amantes del queso. Una coqueta tienda con gran variedad de quesos locales e internacionales. 107b Commercial Street, Old Spitalfields Market.

Productos British en supermercados Sainsbury y Marks & Spencer Food, para compras básicas y no tan básicas como té, scones, mermeladas, curds, curries, quesos, etc.. Varias direcciones.

Mercado tradicional Borough Market. A la sombra de un gran puente por el que pasan las vías del tren, en la ribera sur del Támesis, este mercado de productos frescos, el más antiguo de Londres y templo de peregrinación de cualquier amante de la comida, es una sucesión de puestos de todo tipo de alimentos, rodeado por pubs, tiendas y restaurantes. Lo más divertido es comprarse alguna de las exquisiteces que se venden en la variedad de puestos y comer directamente en las zonas cubiertas habilitadas en el mercado, o si el tiempo acompaña, hacer un improvisado picnic en el cercano jardín de la catedral de Southwark con cualquiera de las deliciosas comidas callejeras que se venden en el vecino Green Market. 8 Southwark Street (Southbank).

Para tomar el té (y aquí es difícil que sea barato, si queremos experimentar la quintaesencia del "afternoon high tea") he elegido dos lugares en absoluto tradicionales para una costumbre tan arraigada y sacrosanta: el ultra moderno y surrealista Sketch, si estás dispuesto a gastar las 39 libras que cuesta y desde luego vale (9 Counduit Street, Mayfair), y el salón de té de la Saatchi Gallery, Gallery Mess Café, que por la mitad de precio ofrece un experiencia exquisita en un entorno moderno con el gustazo de poder disfrutar de obras de arte colgadas de sus paredes y de un jardín muy apetecible en verano (The Duke of York’s Square, King’s Road, Chelsea).

La tienda gourmet/café con clases de cocina en vivo Recipease, otra nueva apuesta del genial Jamie Oliver, y un placer para la vista, el olfato y el gusto. 92-94. Notting Hill Gate (Notting Hill).

Para una comida rápida elijo sin duda la cadena de restaurantes japoneses y "noodle bar" Wagamama, en el que siempre pido el "super spicy chilli chicken ramen" y un zumo recién hecho de frutas y verduras. Para mí es una cita sentimental obligada, ya que mi madre me llevó por primera vez allá por 1992 y me fascinaron las primeras mesas comunales que veía en mi vida, la enorme cocina abierta con toda su despliegue de actividad a la vista, y sus enormes cuencos de "noodles" que entonces me parecían el summum de lo exótico. Varias direcciones.

Restaurante indio Tayyab’s. Restaurante familiar abierto en los años setenta, su especialidad es la cocina india de la región del Punyab, y sus curries, tikkas y tandooris son sencillamente irresistibles, a un precio inbatible. Es imprescindible reservar. 83-89 Fieldgate Street (Whitechapel).

Para una cena divertida, sin duda la izakaya o taberna japonesa Kurobuta, donde se toma la cerveza Kiren con un copete de espuma helada que hacen con una máquina como la de hacer granizados, y unos cócteles deliciosos hechos por un "barista", como dicen allí, encantador, como el resto del personal. Pequeño, estrecho, ruidoso y abarrotado, la comida es diferente, creativa e innovadora. Y sí, éste es de los caros, pero también de los que hacen que el viaje merezca realmente la pena. Imprescindible hacer reserva con al menos una semana de antelación. Hay dos direcciones pero el que yo conozco está en 251 King’s Road (Chelsea).

Para tomar un trozo de tarta, un pastelito o un tentempié salado en cualquier momento del día, Balthazar es el sitio adecuado. Un oasis de paz en un espacio mínimo abarrotado de deliciosas tentaciones caseras, dulces y saladas, entre las que te será difícil elegir. Personalmente, para recuperar fuerzas y entrar en calor, te recomiendo el bizcocho de jengibre y lima acompañado de un té muy caliente. 4-6 Russell Street (Covent Garden). Otra buena sugerencia para hacer una paradita en la dura jornada del turista y relajarse ante un generoso trozo de tarta y un café es Kahaila. 135 Brick Lane (Whitechapel).

Para darse un capricho (o varios), no te pierdas los chocolates artesanales de Dark Sugars, en formas, sabores y colores completamente inesperados. 141 Brick Lane (Whitechapel).

Toda una institución tanto del barrio como de la ciudad desde los años setenta, Beigel Bake, abierto las 24 horas todos los días de la semana, ofrece auténticos "bagels" y otras delicias judías; los mejores para mí son los clásicos rellenos de salmón y queso, y los de carne asada y mostaza. 159 Brick Lane (Whitechapel).

Tienda de utensilios de cocina Divertimenti. El bazar de los cacharros de cocina. Presumen de tener cerca de 4.500 utensilios tanto para cocina y mesa, así como una reconocida escuela de cocina. Varias direcciones, entre ellas 227-229 Brompton Road (Knightsbridge).

Y por último, todos los libros de cocina del mundo mundial en un espacio dedicado sólo a este tema, la librería Books for Cooks, en el número 4 de Blenheim Crescent (Notting Hill).

Como podéis comprobar no paré en los cuatro días de viaje, y me dio tiempo a hacer de todo. Lo único que se me quedó en el tintero fue una visita a uno de los gastropubs que han proliferado por la ciudad, es decir, los viejos y clásicos pubs ingleses reconvertidos en modernos templos gourmet que sin duda han dado un giro radical a la gastronomía inglesa. Pero bueno, así tengo una excusa para volver en breve.




De izquierda a derecha: Balthazar, Ottolenghi, Harrod's Food Hall, Allens Butchers, Recipease, Borough Market, Dark Sugars, Albion, y Kahaila.


De izquierda a derecha: L'eto, Nopi, Beigel Bake, Kurobuta, Sketch, Tayyab's, Wagamama, Androuet, y Books for Cooks.



Y así de bonita y mágica estaba la ciudad, preparada y lista para las próximas fiestas.

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