Este bizcocho es el resultado de un impulso. Para hacer la historia breve, en el lugar donde trabajo hay un albaricoquero maravilloso que a finales de mayo produjo kilos y kilos de fruta. Tanta, que una vez madura, empezó a caer al suelo, poniéndolo todo perdido y representando un peligro de caída muy serio para los que a diario pasábamos por allí. Por este motivo los jardineros decidieron recoger las cantidades ingentes de albaricoques que habían caído y varear los que estaban a punto de caer, y los ofrecieron a quienes los quisieran. Como no, ya pensando en las maravillas que iba a cocinar con ellos, ni corta ni perezosa me llevé una barbaridad a casa, tantos que aún después de seleccionar los mejores, tuve problemas para almacenarlos en la nevera.
Bueno, pues craso error, porque fue probar la mermelada y el bizcocho, y cambiar radicalmente de opinión: la mermelada casera ha quedado espectacular, nada que ver con la industrial, y no puede ser más fácil de hacer; y el bizcocho es esponjoso y tierno, con toda la dulzura natural de la fruta, una auténtica sorpresa.
Para acompañar al bizcocho o simplemente para tomar en una deliciosa tostada, os dejo la receta de mermelada de albaricoque casera, un auténtico placer que podemos disfrutar desde finales de mayo hasta finales de agosto. Con esta proporción obtendrás 2 frascos de 370 gramos.
1 kg de albaricoques, 500 gr de azúcar aproximadamente y el zumo de medio limón.
Lava los albaricoques y cuécelos unos 5 minutos hasta que estén blandos. Escúrrelos, déjalos enfriar, y quítales los huesos. Pesa el total de la pulpa ( mí me salieron unos 500 gramos más o menos) y añádele la misma cantidad de azúcar y el zumo de limón. Cubre con agua y cuece a fuego medio, removiendo de cuando en cuando con una cuchara de madera, hasta que veas que empieza a espesar y que la mermelada se pega ligeramente a la cuchara. En ese momento retira la cacerola del fuego y vierte en frascos de cristal destapados hasta que se enfríe por completo. Si piensas que vas a tardar en consumir la mermelada, esteriliza previamente los frascos.
Para acabar con la historia, por si acaso no fuera suficiente, y como aún me sobraban unos cuantos albaricoques, me lié la manta a la cabeza, y todavía me dio tiempo a hornear una tartaleta, que os mostraré en breve; como véis, la cosa se me fue completamente de las manos...
Bizcocho de albaricoque y almendra
60 gramos de mantequilla
110 gramos de azúcar
2 huevos
120 gramos de yogur natural
240 gramos de albaricoques frescos, cortados en dados (unos 6)
125 gramos de harina de repostería
50 gramos de almendras molidas
1/2 cucharadita de levadura en polvo
1/2 cucharadita de bicarbonato
1 pellizco de sal
2-3 gotas de extracto de almendra
Mermelada de albaricoque
Precalienta el horno a 170 grados. En un bol pequeño mezcla la harina con las almendras molidas, la levadura, la sal y el bicarbonato, y reserva. Cubre los dados de albaricoque con 2 cucharadas de la mezcla de harina y reserva. En un recipiente grande, bate la mantequilla con el azúcar hasta que esté esponjoso y ligero. Añade los dos huevos, uno a uno, y bate durante un minuto. Incorpora el yogur y bate ligeramente. Añade el extracto de almendra y da un par de vueltas. A ésta mezcla incorpórale la mezcla de harina, y combina bien hasta obtener una masa homogénea. Agrega los dados de albaricoque y da un par de vueltas con cuidado. Vierte la masa en un molde previamente engrasado y hornea durante unos 35-45 minutos, o hasta que al clavar un palillo éste salga limpio y seco. Saca el bizcocho del horno y deja enfriar en el molde unos 10 minutos. Pinta el bizcocho enfriado con la mermelada de albaricoque.
Y como suele pasar, uno hace mentalmente sus planes, pero la vida tiene otros distintos, y el caso es que pasaban los días y nunca tenía tiempo para cocinar, o era muy tarde, o estaba muy cansada. Un día me dio un ataque de remordimiento y agobio de que se estropearan, y preparé 8 frascos de mermelada del tirón (una de mis frutas preferidas, sí, pero al fin y al cabo ¡8 frascos!), y la receta más rápida que pude pensar, que fue este bizcocho de albaricoque y almendra. Total, que una vez que terminé de cocinar, absolutamente agotada por cierto, me quedé chafadísima pensando que vaya birria para tanta fruta.
Bueno, pues craso error, porque fue probar la mermelada y el bizcocho, y cambiar radicalmente de opinión: la mermelada casera ha quedado espectacular, nada que ver con la industrial, y no puede ser más fácil de hacer; y el bizcocho es esponjoso y tierno, con toda la dulzura natural de la fruta, una auténtica sorpresa.
Para acompañar al bizcocho o simplemente para tomar en una deliciosa tostada, os dejo la receta de mermelada de albaricoque casera, un auténtico placer que podemos disfrutar desde finales de mayo hasta finales de agosto. Con esta proporción obtendrás 2 frascos de 370 gramos.
1 kg de albaricoques, 500 gr de azúcar aproximadamente y el zumo de medio limón.
Lava los albaricoques y cuécelos unos 5 minutos hasta que estén blandos. Escúrrelos, déjalos enfriar, y quítales los huesos. Pesa el total de la pulpa ( mí me salieron unos 500 gramos más o menos) y añádele la misma cantidad de azúcar y el zumo de limón. Cubre con agua y cuece a fuego medio, removiendo de cuando en cuando con una cuchara de madera, hasta que veas que empieza a espesar y que la mermelada se pega ligeramente a la cuchara. En ese momento retira la cacerola del fuego y vierte en frascos de cristal destapados hasta que se enfríe por completo. Si piensas que vas a tardar en consumir la mermelada, esteriliza previamente los frascos.
Para acabar con la historia, por si acaso no fuera suficiente, y como aún me sobraban unos cuantos albaricoques, me lié la manta a la cabeza, y todavía me dio tiempo a hornear una tartaleta, que os mostraré en breve; como véis, la cosa se me fue completamente de las manos...
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