Prepara los ingredientes: todos los ingredientes deben estar a temperatura ambiente y listos para usar. Sobre todo la mantequilla que tiene que estar blandas pero no líquidas. Y los huevos, cuanto más aireados al batir, mejor quedará el bizcocho.
Utiliza la rejilla del horno para hornear en lugar de la bandeja, así la base no se calentará en exceso. Ponla a media altura para que el calor sea uniforme en todo el horno.
El molde debe ser adecuado al bizcocho que vamos a preparar: si el molde es grande y la cantidad de masa poca, saldrá un bizcocho bajo y demasiado hecho, y si el molde es demasiado pequeño y la cantidad de masa mucha, nos saldrá alto y crudo. Como regla general, cuando llenemos el molde, la masa no debe superar los 3/4 del molde para que al hornearlo no se salga.
Engrasa el molde para evitar que se pegue y se rompa el bizcocho. Úntalo con mantequilla y un poco de harina eliminando el exceso con unos golpecitos en caso de ser un bizcocho normal o sustituye la harina por azúcar glass si el bizcocho es de chocolate y así no se verá la harina blanca.
Precalienta siempre el horno y nunca hornees a más de 180 grados.
No abras nunca la puerta del horno antes de que hayan pasado 30 minutos para que no se baje el bizcocho, ya que a partir de que entre aire en el horno, el bizcocho no volverá a subir.
Para saber cuándo está hecho usa el viejo truco del palillo, y si sale seco es que tu bizcocho está completamente cocido. También el hecho de que los bordes se separen un poco del molde es señal de que ya está hecho.
Una vez horneado, saca el bizcocho a una superficie que aguante el calor, sin desmoldar aún, y espera a que se temple dentro del molde. Cuando ya no queme el molde será el momento de sacarlo.
Una vez desmoldado, deja reposar durante 10 minutos en una rejilla antes de servirlo. Si lo vas a rellenar, espera a que esté completamente frío para que no se desmigue al cortar.
Para conservarlo, mételo entero en un contenedor hermético para que no se seque. También lo puedes congelar cortado en rebanadas. Para descongelar, si tienes tiempo, deja las rebanadas la noche anterior en la nevera, y si tienes prisa, descongela las rebanadas fuera de la nevera.
En cuanto a problemas y soluciones, éstos son los más comunes:
Si tu bizcochos sale demasiado alto en el centro es que la temperatura del horno tiene más temperatura de la que debiera y el termostato no es de fiar. Solución: usa un termómetro de horno para estar seguro. Hecho el mal y para eliminar el copete una vez horneado el bizcocho, no queda más remedio que cortarlo con una lira o un cuchillo de sierra.
Si tu bizcocho sale hundido en el centro es que tu horno tiene menos temperatura de la que debiera y el termostato no es de fiar. Solución: usa un termómetro de horno para estar seguro. Hecho el mal solo queda desmoldar el bizcocho boca abajo, para que la parte hundida no se vea.
Si tu bizcocho se hunde una vez lo has sacado, es que el horno estaba excesivamente caliente. Solución: nunca pases de 180 grados para hornear un bizcocho. Una vez hecho el mal solo queda desmoldar el bizcocho boca abajo, para que la parte hundida no se vea.
Si el bizcocho se desmigaja y rompe con mucha facilidad es que hemos puesto el horno a una temperatura demasiado baja. Solución: no bajes de 180 grados para hornear un bizcocho. Una vez hecho, no hay solución que valga.
Si tu bizcocho se quema por arriba debes cubrir la parte superior dentro del horno con papel de plata, retirándolo un par de minutos antes de sacar el bizcocho del horno y vigilando que se dore pero no se queme.
Si el bizcocho está seco al sacarlo del horno debes envolverlo en film de plástico que conseguirá que se produzca humedad e hidratará el bizcocho.
Si el bizcocho sale con una consistencia muy compacta es que la receta lleva demasiado azúcar y poca levadura. Una vez hecho, no hay solución que valga.
Si el bizcocho sale muy seco es que la receta lleva demasiado harina y poca mantequilla o aceite. Una vez hecho, no hay solución que valga.
Siguiendo estos sencillos consejos, el próximo te tiene que salir perfecto. Si echas un vistazo al recetario del blog, seguro que encuentras un bizcocho que te guste; hay de ciruelas, de plátano, de chocolate, de lima y coco, de albaricoques, de limón, de horchata, etc.
Si tu bizcochos sale demasiado alto en el centro es que la temperatura del horno tiene más temperatura de la que debiera y el termostato no es de fiar. Solución: usa un termómetro de horno para estar seguro. Hecho el mal y para eliminar el copete una vez horneado el bizcocho, no queda más remedio que cortarlo con una lira o un cuchillo de sierra.
Si tu bizcocho sale hundido en el centro es que tu horno tiene menos temperatura de la que debiera y el termostato no es de fiar. Solución: usa un termómetro de horno para estar seguro. Hecho el mal solo queda desmoldar el bizcocho boca abajo, para que la parte hundida no se vea.
Si tu bizcocho se hunde una vez lo has sacado, es que el horno estaba excesivamente caliente. Solución: nunca pases de 180 grados para hornear un bizcocho. Una vez hecho el mal solo queda desmoldar el bizcocho boca abajo, para que la parte hundida no se vea.
Si el bizcocho se desmigaja y rompe con mucha facilidad es que hemos puesto el horno a una temperatura demasiado baja. Solución: no bajes de 180 grados para hornear un bizcocho. Una vez hecho, no hay solución que valga.
Si tu bizcocho se quema por arriba debes cubrir la parte superior dentro del horno con papel de plata, retirándolo un par de minutos antes de sacar el bizcocho del horno y vigilando que se dore pero no se queme.
Si el bizcocho está seco al sacarlo del horno debes envolverlo en film de plástico que conseguirá que se produzca humedad e hidratará el bizcocho.
Si el bizcocho sale con una consistencia muy compacta es que la receta lleva demasiado azúcar y poca levadura. Una vez hecho, no hay solución que valga.
Si el bizcocho sale muy seco es que la receta lleva demasiado harina y poca mantequilla o aceite. Una vez hecho, no hay solución que valga.
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