Esta es una de esas recetas que siempre había querido preparar en casa, pero que nunca encontraba la ocasión, y después del último pollo asado comprado por ahí, que no podía estar más crudo y tener más grasa, me decidí por fin a hacerlo un domingo para comer. Y es de esas ocasiones en las que mi primer pensamiento fue que era tonta por no haberlo hecho antes, y mi segundo pensamiento fue que nunca más lo iba a comprar hecho. Sencillamente no hay color.
El resultado es una carne tierna y jugosa con una piel crujiente y tostada, sin más misterio más que una buena materia prima y un tiempo de asado correcto, porque no hay cosa peor que un pollo crudo o reseco.
Pollo asado al limón
1 pollo de corral de aproximadamente 1,5 kilo
1 limón
1 cabeza de ajos
200 mililitros de vino blanco
1 rama de tomillo fresco
4 patatas medianas, cortadas en gajos
Sal y pimienta
4-6 cucharadas de caldo de pollo
Lava el limón, dale un corte, y reserva. Separa los dientes de ajo, sin pelarlos, y reserva. Sala el pollo por dentro e introduce el limón en su interior. Brida el pollo con hilo de cocina o en su defecto cierra la abertura del vientre con unos palillos para mantener dentro el limón. Pon el pollo en una fuente de horno grande, donde quede sitio para las patatas. Agrega los dientes de ajos sin pelar, el vino blanco, la sal y el tomillo. Calienta el horno a 180 grados y asa el pollo sin tapar alrededor de hora y media, dándole la vuelta cada 30 minutos, y rociándolo con su salsa cada vez. Pasado ese tiempo dispón las patatas cortadas en gajos en la fuente, salpimiéntalas, y si estuviera algo seco el pollo, rocía el conjunto con 4-6 cucharadas de caldo de pollo. Después hornea 40 minutos más. Una vez finalizado el tiempo de horneado, deja reposar 5 minutos antes de trinchar y servir.
El limón, el ajo y el tomillo son importantísimos y recomiendo no prescindir de ellos porque le confieren al asado un aroma de campo delicioso.
El resultado es una carne tierna y jugosa con una piel crujiente y tostada, sin más misterio más que una buena materia prima y un tiempo de asado correcto, porque no hay cosa peor que un pollo crudo o reseco.
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