28.3.14

Tarta invertida de melocotón

¿Qué haces cuando tienes en la despensa una lata de 480 gramos de melocotón en almíbar, y cada vez que la ves te preguntas en qué estabas pensando el día que la compraste? Pues sí, haces una tarta invertida de melocotón; el caso es que me estaba poniendo de los nervios ver el sitio que ocupaba la dichosa latita y por fin le encontré un uso, y todo hay que decirlo, esta sencilla tarta está de muerte.


Tarta invertida de melocotón

55 gramos de mantequilla
115 gramos de azúcar morena
1 lata grande de melocotón en almíbar, cortados en rodajas grandes
150 gramos de harina
1 y 1/4 de cucharadita de levadura en polvo
1/4 de cucharadita de sal
115 gramos de mantequilla, ablandada
170 gramos de azúcar
1 huevo
1 cucharadita de extracto de vainilla
120 mililitros de leche

Pon los 55 gramos de mantequilla en un molde y caliéntalo en el horno a 180 grados durante unos minutos, hasta se derrita, vigilando para que no se queme. Saca el molde del horno. Añade el azúcar moreno al molde, removiendo con una cuchara de madera hasta que se hidrate por completo. Reparte bien la mezcla en el fondo del molde. Dispón las rodajas de melocotón y reserva. En un bol mediano mezcla la harina, la levadura en polvo y la sal, y reserva. En un bol grande bate los 115 gramos de mantequilla con la minipimer durante 1 minuto. Gradualmente introduce el azúcar hasta que quede bien mezclado. Añade el huevo y la vainilla, batiendo hasta combinar por completo. Alternativamente añade la mezcla de harina y la leche a la mezcla de mantequilla batida, batiendo suavemente tras cada incorporación, sin batir demasiado. Vierte la masa uniformemente sobre los melocotones en el molde. Hornea unos 50 minutos y pincha en el centro con un palillo comprobando que sale limpio y seco. Saca del horno y deja enfriar en el molde sobre una rejilla durante 5 minutos. Suelta la tarta pasando un cuchillo por el borde del molde y da la vuelta sobre el plato de servir. Deja enfriar durante 10 o 15 minutos y sirve templada.

Es una tarta súper jugosa y ligera. Si la quieres vestir un poco más, la puedes acompañar de una bola de helado de vainilla o nata montada, que le va de maravilla al caramelo de la superficie.


Esta es la versión melocotón, pero puedes hacerla de piña, albaricoque, pera, macedonia o cualquier otra fruta en almíbar. No se puede pedir más: fácil, rápida y deliciosa.

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24.3.14

Mini quiches de bacon y queso

Este fin de semana he tenido muchísimo lío por lo que no he cocinado nada para el blog. Voy a aprovechar estas sencillas mini quiches de bacon y queso que hice para una fiesta infantil, aunque la verdad es que estaban tan ricas que nos las acabamos devorando los mayores. La receta es para 12 unidades.



Mini quiches de bacon y queso

12 redondeles de masa quebrada
4 huevos
200 gramos de nata líquida
200 gramos de queso gruyere rallado
1 paquete de bacon
Sal y pimienta

Precalienta el horno a 180 grados. Engrasa un molde para magdalenas o cupcakes y coloca con cuidado los redondeles de masa quebrada en cada hueco, dándoles forma de cestas. En un bol bate los huevos, añade el bacon cortado en trozos pequeños, incorpora la nata, y por último el queso, la sal y la pimienta. Pincha el fondo de las cestas con un tenedor y llénalas hasta el borde con la mezcla de los huevos. Hornea durante unos 20 minutos, hasta que estén doradas. Entonces sácalas del horno, déjalas enfriar unos minutos dentro del molde y por último sácalas de los huecos con cuidado y déjalas enfriar sobre una rejilla.

Poco puedo decir sobre la quiche salvo que es un plato de lo más versátil, que admite mil y una combinaciones. Yo la hago mucho como plato único, acompañada de una buena ensalada.



Receta socorrida donde las haya, se hace en cuestión de minutos y se puede reciclar cualquier ingrediente que tengáis en la nevera: verduras, fiambres, quesos, etc.

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21.3.14

Tiramisù de fresas y chocolate

No me gusta el café. Es raro, lo sé, pero no me gusta el sabor, ni el olor, ni el color. Pero en mi casa gusta el tiramisù y como por principio no cocino nada que no me guste comer, he versionado este clásico postre de cuchara con chocolate y la fruta más primaveral y de temporada de este momento, las fresas, resultando así una de mis combinaciones favoritas.


Tiramisù de fresas y chocolate

250 gramos de queso Mascarpone
1 cucharadita de extracto de vainilla
12-16 bizcochos de soletilla
3 huevos
3 cucharadas soperas de azúcar glass
Amaretto o ron (25 mililitros para la crema y más para mojar los bizcochos)
1 kilogramo de fresas
100 gramos de mermelada de fresa
Un pellizco de sal
Cacao en polvo
200 mililitros de nata espesa
180 gramos de chocolate, en trozos

Lava y corta en trocitos 280 gramos del total del kilo de fresas, y espolvorea con 2 cucharadas de azúcar. Reserva. Lava y corta el resto de las fresas en láminas. Reserva. Haz la ganaché de chocolate calentando la nata en una cacerola pequeña. En cuanto hierva retira del fuego y vierte sobre los trozos de chocolate en un bol, removiendo hasta obtener una crema lisa y suave. Reserva. Empieza a preparar la crema zabaglione, separando las yemas de las claras. Con unas varillas, mezcla las yemas de huevo con el azúcar, añade el Mascarpone, el licor y la vainilla. Continua mezclándolo todo durante unos minutos hasta obtener una mezcla cremosa y consistente. Bate las claras a punto de nieve con una pizca de sal. Añádelas con cuidado a la mezcla. Incorpora las fresas a la mezcla con delicadeza. Reserva. Moja sin llegar a empapar los bizcochos de soletilla con el licor y pon una capa en el fondo de un molde transparente. Cubre los lados del recipiente transparente con láminas de fresa y cubre los bizcochos con una capa de ganaché de chocolate, y después con otra capa de láminas de fresa, y ésta última con una capa fina de mermelada de fresa.Vierte una capa de la crema zabaglione y repite las capas. La última capa debe ser de crema para decorar después.Deja reposar en la nevera, preferiblemente entre 12 y 24 horas, tapado con papel film. Cuando vayas a servir, espolvorea la capa de crema con cacao en polvo, y decora con láminas de fresa pintadas de mermelada templada, para darles brillo. Importante: si no lo vas a hacer en un molde transparente, forra el recipiente con un papel de horno para luego sacar el postre fácilmente del molde en una pieza, tan sólo tirando del papel.

Cuando he investigado sobre el tiramisù para llegar a esta versión primaveral, he descubierto dos cosas. La primera es que con el tiramisù en Italia pasa como con la paella en España, en cada casa hay una versión a partir de los mismos ingredientes de base. La segunda es que hay muchísimas historias sobre su origen, pero con independencia de cuál escojamos, lo cierto es que la palabra tiramisù viene a decir "que levanta el ánimo", y eso, desde luego, es indiscutible, porque la ligereza del postre en combinación en este caso con el amaretto, el chocolate y las fresas realmente anima a cualquiera.


Es un postre muy fácil y rápido de hacer, con un resultado espectacular, ideal para celebrar como se merece la llegada de la ansiada primavera. ¡Que lo disfrutéis!

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18.3.14

Carrileras de cerdo ibérico al Pedro Ximénez

Las carrilleras guisadas son un clásico de nuestra gastronomía que de unos años a esta parte se han puesto de moda, pasando de casquería de segunda fila a estar presentes en la carta de cualquier restaurante que se precie. Lo que quizá no sabe todo el mundo es que las carrilleras o carrilladas son los mofletes del cerdo, es decir los músculos maxilares, por lo que es una carne que requiere su tiempo de cocción para alcanzar ese punto meloso y tierno tan característico. Esta receta es para 4 raciones.


Carrilleras de cerdo ibérico al Pedro Ximénez

1 kilo de carrilleras de cerdo ibérico (8 piezas)
1 cebolla grande
3 zanahorias
6 chalotas
1 puerro
1 cucharada de tomate frito casero
Perejil y tomillo frescos
1 copa de Pedro Ximénez
400 mililitros de vino tinto de buena calidad
2 dientes de ajo sin pelar
1 pastilla de caldo de carne
1 cucharadita de harina para ligar la salsa

Salpimenta las carrilleras, que deben estar limpias de pieles externas. En una cacerola grande pon 4 cucharadas de aceite de oliva, caliéntalo y dora las carrilleras hasta que queden bien selladas para que no pierdan sus jugos durante la cocción. Retíralas del fuego y reserva. En el aceite sobrante dora la cebolla y las chalotas cortadas, añade un poco de sal y agrega el puerro cortado. Añade las zanahorias y el tomate frito, deja rehogar un poco y añade el Pedro Ximénez, deja que se evapore y añade el vino tinto. Dispón las carrilleras en la cacerola y añade los ajos y las hierbas. Por último, añade al conjunto la pastilla de caldo de carne con un vasito de agua. Tapa la cacerola y deja cocer a fuego lento más o menos 1 hora. Pasado este tiempo comprueba que la carne está blanda, retira las carrilleras de la cacerola y reserva. A la salsa que ha quedado en la cacerola añádele la cucharadita de harina y liga; cuando esté espesita, pásala por la minipimer. Devuelve la salsa a la cacerola, incorpora las carrilleras, tápalo y calienta a fuego mínimo hasta que se vaya a servir.

Se trata de un plato principal contundente, con una textura y un sabor exquisitos, que yo he acompañado con unas zanahorias y unos champiñones rehogados, así como con unas patatas fritas, pero que con arroz o puré de patata también estaría delicioso.


Mención aparte merece la salsa resultante con un toque caramelizado, que es sencillamente espectacular, de esas que piden a gritos pan para mojar.
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14.3.14

Eclairs de chocolate y pistacho

Las palabras “pâte à choux” son suficientes para amedrentar a cualquiera que, como yo, no esté en posesión de un “ diplôme de patisserie” de Le Cordon Bleu. Pero no hay que dejarse intimidar porque sorprendentemente los éclairs son mucho más fáciles de hacer en casa de lo que parece; sólo requiere seguir al pie de la letra las instrucciones y tener un poquito de habilidad con la manga pastelera (yo personalmente, cero, y no me tan quedaron mal). Los éclairs clásicos tienen 3 componentes: una ligera y crujiente pasta choux, una jugosa crema pastelera para el relleno, y una brillante capa de chocolate por encima. Ninguno de estos tres componentes es difícil de hacer en casa. Lo único algo más complicado, pero perfectamente alcanzable, es conseguir con la manga pastelera unas tiras de pasta que conformen líneas perfectas e iguales, pero os aseguro que al tercero o cuarto éclair, ya le habréis cogido el tranquillo. Estos que veis aquí eran para un encargo, en versión mini, para acompañar al café. Con esta receta salen unas 24 unidades.


Eclairs de chocolate y pistacho

Para la pasta choux:
125 mililitros de leche entera, 125 mililitros de agua, 90 gramos de mantequilla cortada en cubos, 155 gramos de harina, 4 huevos tamaño L, 1 cucharadita de sal

Para la crema pastelera de chocolate:
250 mililitros de leche, 1/2 vaina de vainilla, sin semillas, 65 gramos de azúcar, 20 gramos de Maicena, 2 yemas de huevo, 85 mililitros de nata líquida, 100 gramos de chocolate, en trozos

Para el glaseado y la decoración:
120 mililitros de nata espesa
110 gramos de chocolate, en trozos
Pistachos, pelados y picados

Para hacer la pasta choux: en un cazo hierve a fuego lento la leche, el agua, la mantequilla y la sal.
 Cuando la mantequilla esté derretida, retira del fuego y echa de golpe echar toda la harina.
 Bate enérgicamente con una cuchara de palo hasta que consigas que la masa se despegue de las paredes del cazo.
 Deja enfriar durante 3 ó 4 minutos. Mientras tanto en un bol bate ligeramente un huevo.
 Cuando la masa se haya enfriado un poco, echa el huevo batido sobre ella y bate hasta que esté incorporado del todo. 
Repite la operación con los otros tres huevos, uno por uno. Cada vez que incorpores un huevo parecerá que la masa se ha cortado, pero si continúas batiendo con fuerza verás que se convierte en una masa homogénea, suave y brillante. 
Deja reposa unos minutos.
 Entre tanto, precalienta el horno a 200 grados.
 Introduce la masa en una manga pastelera con una boquilla lisa o rizada de 1 cm.
 Sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear, haz las lineas de masa según el tamaño de éclairs que desees, dejando unos 5 centímetros entre una linea y otra, ya que crecerán. Yo lo hice directamente con una manga sin boquilla, cortando un pico de 2 centímetros, porque me resulta más sencillo. Una vez formados los éclairs, píntalos con un huevo batido y mételos en el horno. En ese momento baja la temperatura y hornea a 180 grados durante 15 minutos, pasado ese tiempo abre la puerta del horno unos segundos y vuelve a cerrar; continúa horneando unos 15 minutos más o hasta que estén dorados. Saca la bandeja del horno y aún calientes, haz un corte en el lateral de los éclairs con un cuchillo afilado. Vuelve a meter la bandeja en el horno, y déjalos dentro, con la puerta abierta, durante 10-15 minutos.
 Déjalos enfriar por completo sobre una rejilla antes de rellenarlos.

Para hacer la crema pastelera de chocolate: en un cazo ponemos la leche con el trozo limpio de vaina de vainilla. Lleva a ebullición, retira del fuego y reserva. En un bol mezcla el azúcar, las yemas y la Maicena. Con unas varillas mezcla todo hasta que quede perfectamente ligado. A esta mezcla añádele poco a poco la leche, sin dejar de remover. Una vez esté todo unido ponlo a cocer a fuego lento, removiendo constantemente hasta que espese. Retira del fuego y deja enfriar; pasa la crema a un bol y tápala con un papel film en contacto con la crema para que no forme una costra dura. Deja enfriar. Mientras tanto calienta la nata justo hasta que empiece a hervir, trocea el chocolate y vierte por encima de él la nata caliente, mezclando hasta que el chocolate esté bien derretido y la mezcla sea homogénea. Deja que se enfríe un poco esta ganaché, mezcla con la crema pastelera hasta que quede bien integrada. Dejar enfriar por completo en la nevera tapada con un papel film hasta que la tengamos que usar. Entonces llena una manga pastelera con la crema de chocolate y rellena cuidadosamente los éclairs. Reserva.

Para hacer el glaseado y la decoración: calienta la nata en una cacerola pequeña. En un bol vierte la nata sobre el chocolate en trozos. Deja reposar hasta que se derrita el chocolate, y remueve hasta obtener una crema lisa y suave. Moja cada éclair boca abajo en el chocolate y deja que caigan las gotas de chocolate antes de darles la vuelta. Espolvorea con los pistachos picados. Transfiere a una rejilla y deja secar el glaseado.

Como sabéis, la pasta choux es una de las masas básicas de la pastelería francesa, y es, sobre todo, muy versátil, ya que nos permite hacer pasteles dulces o salados, dependiendo de la forma y de los rellenos que elijamos: éclairs con rellenos y glaseados diferentes si son dulces, profiteroles si los hacemos con forma redonda, gougères si los hacemos de queso, petisús si los rellenamos de salmón o de espárragos, etc.


Eso sí, es importante saber que estos deliciosos pastelitos están más ricos si se hacen el mismo día en que se van a consumir. Se pueden congelar horneados sin relleno y sin glaseado hasta que los necesitemos. Después sólo tienes que calentarlos en el horno a 165 grados durante unos 8 minutos o hasta que estén crujientes. Aunque te parezcan muchos, te recomiendo que hagas una buena cantidad porque te sorprenderás de la rapidez con que desaparecen.
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11.3.14

Lasaña boloñesa a los tres quesos

Antes que nada y para que nadie se sienta decepcionado, quiero advertir que esta lasaña NO LLEVA BESAMEL. Ya sé que en nuestro país, aparte de que lo normal es que las lasañas que se comen por ahí sean bastante malas, también lo normal es que naden en una especie de sopa de besamel que a mi personalmente me da mucho asco. Por tanto, yo he seguido la receta italo-americana que es la que se hace en mi casa de siempre y es la que a mí me gusta, es decir, pasta, carne, tomate, albahaca y quesos. Punto. Nada de besamel. Con esta receta salen 6 raciones generosas.


Lasaña boloñesa a los tres quesos

225 gramos de pasta de lasaña
450 gramos de queso ricotta
225 gramos de queso mozarella, rallado
75 gramos de queso parmesano, rallado
450 gramos de carne de ternera, picada
700 gramos de tomates enlatados
170 gramos de concentrado de tomate, en pasta
1 cebolla, picada
2 dientes de ajo, picados
Albahaca fresca, picada
Aceite de oliva, sal, 1 cucharadita de azúcar

En una cacerola grande pon un poco de aceite y cuando esté caliente pocha la cebolla y dora el ajo. Añade la carne picada y dora, desmenuzándola con una cuchara de palo. Cuando esté lista, añade el tomate enlatado, la pasta de tomate, la albahaca picada, y el azúcar. Deja cocinar destapado a fuego muy bajo, removiendo de vez en cuando, hasta que el resultado sea una salsa boloñesa, aproximadamente durante 1 hora. Prueba, rectifica de sal y reserva. Mientras tanto, cuece la pasta siguiendo las instrucciones del envase. Precalienta el horno a 160 grados. En una fuente para horno dispón 3 o 4 capas en el siguiente orden: pasta, ricotta, salsa boloñesa, mozarella y parmesano. Asegúrate de terminar la lasaña con la capa de parmesano. Hornea durante 45 minutos y sirve inmediatamente.

Creo que la lasaña tiene fama inmerecida de trabajosa y complicada, pero lo cierto es que salvo la preparación de la boloñesa, que lo único que requiere es tiempo supervisado y fuego lento, el resto se hace en un momento, y sólo es una cuestión de horneado. Eso sí, como siempre en recetas sencillas como esta, lo importante es la calidad de la materia prima: buena carne, quesos y albahaca frescos, y productos envasados de primeras marcas, a ser posibles, italianas.


Sinceramente, está tan buena que dudo que os sobre nada, pero si es así, puedes congelarla perfectamente cortándola en raciones y envolviéndolas en papel de plata. Sólo tendrás que calentar el horno y meter las raciones durante unos 20 minutos a 180 grados para volver a tener una excelente lasaña en perfectas condiciones.
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7.3.14

Magdalenas de naranja sanguina y nuez

No hay nada que me retrotraiga más a mi infancia que el olor y el sabor de una magdalena recién hecha (qué original, ya lo decía Proust), pero a éstas he elegido darles un toque diferente con el aroma de naranja sanguina, que también me trae muchísimos recuerdos ya que, como a mí, a mi abuela materna le encantaban y en su casa no se compraban otras. Ahora las naranjas sanguinas son mucho más difíciles de encontrar y sobre todo más caras, ya que antes se supone que no eran muy refinadas, pero qué queréis que os diga, a mí me resultan tan aromáticas que no puedo resistirme a usarlas para hacer zumos y postres, y además, me parecen preciosas. También he añadido nueces picadas y os puedo asegurar que les da un toque muy especial con ese copete de azúcar y nuez tostada. Os aseguro que después de probar estas magdalenas tiernas, esponjosas y de sabor delicado, no tendréis ganas de volver a comprar magdalenas industriales. Con esta receta salen 16 unidades.



Magdalenas de naranja sanguina y nuez

175 gramos de azúcar
2 huevos L
60 mililitros de leche
180 mililitros de aceite de oliva suave
180 gramos de harina
20 gramos de Maicena
10 gramos de levadura en polvo
La ralladura de la piel de 1 naranja sanguina y su zumo
Un pellizco de sal
Azúcar y nueces picadas al gusto

Bate los huevos y el azúcar con ayuda de unas varillas. Incorpora la leche, el zumo de naranja y finalmente el aceite, muy poco a poco. Tamiza la harina y la Maicena con la levadura, e incorpora la sal y la ralladura de la piel de naranja. Añade esta mezcla poco a poco a la de los huevos y el azúcar, y remueve con una cuchara de madera o con una espátula lo justo para que todo esté combinado. Cubre la masa con un trapo de cocina y métela en la nevera dos horas. Precalienta el horno a 250 grados. Saca la masa de la nevera y bátela enérgicamente para que recupere su textura, ya que con el frío se habrá espesado un poco. Pon los moldes de papel para las magdalenas dentro de otros moldes más rígidos (yo uso una bandeja de metal para muffins), y llénalos con la masa hasta 2/3 de su capacidad. Justo antes de meterlas en el horno, espolvoréalas con un poco de azúcar y nueces picadas; baja la temperatura a 210 grados y hornea encima de la bandeja de horno (no de la rejilla) durante 15 minutos. Una vez horneadas, deja que reposen en el molde metálico durante 10 minutos para que la miga se asiente.

Para que las magdalenas resulten perfectas (lo que para mí significa grandecitas, reventonas, y con copete alto), sólo tienes que seguir un par de consejos fundamentales: en primer lugar, que los ingredientes estén a temperatura ambiente para evitar que se corte la masa; en segundo lugar, utiliza aceite de oliva para conseguir ese sabor característico y lograr conservar la humedad de la masa; en tercer lugar, no te saltes el paso de meter la masa en la nevera ya que subirán más si la masa está fría; y por último, es fundamental meter las cápsulas de papel dentro de moldes rígidos ya que si no, los moldes de papel se abrirán y las magdalenas se deformarán.


Una vez enfriadas por completo, consérvalas en una lata hermética para evitar que se sequen. Se pueden congelar en bolsa de plástico, y cuando las queramos comer, basta con descongelarlas a temperatura ambiente y tendremos unas deliciosas magdalenas, como recién hechas.

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4.3.14

Alcachofas guisadas con almejas

Este es un plato muy sencillo para 2 personas, que no tiene ningún misterio más que el hecho de contener dos ingredientes que deben ser de muy buena calidad para que la combinación de sabores resulte sorprendente. Estamos en plena temporada de alcachofas, están en su mejor momento y hay que aprovechar su calidad y su precio. En cuanto a las almejas, más vale pocas y buenas.


Alcachofas guisadas con almejas

6 alcachofas
300 gramos de almejas
2 dientes de ajo, picados
1 guindilla cayena
Perejil fresco, picado
300 mililitros de caldo o fumet de pescado
1 cucharada rasa de harina
3 cucharadas de vino blanco
Aceite de oliva virgen extra

Pela las alcachofas, córtalas en mitades e introdúcelas, según las vayas pelando, en un bol con agua fría y un chorro de limón. Cuécelas en agua con sal y tapadas hasta que estén tiernas, unos 10-15 minutos, y reserva. En una cacerola rehoga el ajo picado y la cayena en un poco de aceite. Antes de que el ajo empiece a dorarse, añade la harina y revuelve con una cuchara de madera.
 Vierte el vino blanco y reduce. Añade el caldo de pescado y dejar arrancar un hervor. Agrega un poco de perejil antes de añadir las almejas. Incorpora las almejas y manténlas en el fuego hasta que se abran, y entonces sácalas y reserva. Introduce en la salsa las alcachofas y deja que hierva suavemente unos minutos para que se calienten. 
 Añade las almejas, da unas vueltas con cuidado de no machacar las alcachofas, espolvorea con un poco más de perejil picado, y una vez servidos los platos, riega con un chorro de aceite de oliva virgen extra. Sirve inmediatamente.

Como véis, se trata de un entrante rápido y sano, idóneo para cualquier comida de diario. Es fundamental el chorro de aceite final, que le da mucha vidilla al conjunto.



Por cierto, ¿también a vosotros os encanta ese gustillo dulce que tiene el agua cuando comes alcachofas? He leído que las hojas de las alcachofas contienen cynarina, una sustancia que inhibe temporalmente la sensación dulce de nuestras papilas gustativas. Así, si después de comer alcachofas se bebe agua, ésta limpia la superficie de las papilas y la percepción del dulce vuelve a funcionar de forma brusca, y es esa rapidez de contraste lo que proporciona una sensación de dulzor a pesar de no haber una sustancia que lo estimule. Al parecer esta es la razón de que sea muy difícil maridar alcachofas con vino, y los expertos recomienden comerlas con cerveza. Yo desde luego pienso seguir comiéndolas con agua, lo hago desde pequeña, y me sigue encantando ese sabor dulzón.
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