En esencia, dos rebanadas de pan con algo en el medio, tan fácil o difícil como eso. Durante décadas en nuestro panorama gastronómico nacional el bocadillo ha sido poco o nada valorado, pero lo cierto es que en otras culturas un bocadillo puede ser un despliegue de fantasía y sabor, cosa que parece que empieza a entenderse aquí poco a poco. Aparte de su infinita variedad, tiene la ventaja de ser una comida conveniente, siempre lista para llevar y que puede ser lo más sencillo o lo más sofisticado que queramos.
Me gustan muchos y muy variados bocadillos, desde un simple bocata de calamares de aceite refrito mil veces en cualquier bar castizo, hasta uno que contenga los ingredientes más exquisitos y refinados del mundo, pero éste de hoy es sin duda de mis favoritos y más recurrentes, especialmente en esta temporada de higos, que ya he dicho mil veces que me pirran.
Este bocadillo es cualquier cosa menos convencional. Su secreto está en el perfecto equilibrio de sabores salados y dulces, y por supuesto radica también en la elección de un buen pan fresco en estos tiempos en los que está tan de moda y tenemos panes maravillosos a nuestro alcance, que hacen del humilde bocadillo un auténtico capricho de dioses.
Y aún siendo éste uno de mis preferidos, puedo pensar al menos en una docena de combinaciones más que me encantan, por lo que voy a considerar seriamente inaugurar una sección del blog dedicada mensualmente a un bocadillo de esos de quitar el hipo.
Bocadillo de queso, bacon, anchoas e higos
Queso Appenzeller
Lonchas de bacon
Anchoas en aceite de oliva
Higos
Pan tipo chapata o barra campesina
Fríe las lonchas de bacon en una sartén, en su propia grasa, hasta que estén churruscaditas, y reserva. Precalienta el horno arriba y abajo. Mientras tanto, corta el pan, y coloca los ingredientes de abajo a arriba: primero las lonchas de queso, después las lonchas de bacon, después los filetes de anchoa previamente escurridos, las rodajas de higos y por último más queso. Cierra el bocadillo con el pan de la parte superior e introduce en el horno unos minutos, hasta que se tueste el pan y se derrita el queso. Cómelo caliente.
Y aún siendo éste uno de mis preferidos, puedo pensar al menos en una docena de combinaciones más que me encantan, por lo que voy a considerar seriamente inaugurar una sección del blog dedicada mensualmente a un bocadillo de esos de quitar el hipo.
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